Fosas Comunes

Fosas comunes de la Guerra Civil Española: una realidad compartida por ambos bandos

La Guerra Civil española (1936-1939) dejó tras de sí una de las heridas más profundas de la historia contemporánea del país: las fosas comunes. Estos enterramientos colectivos, fruto de la violencia desatada durante y después del conflicto, se encuentran repartidos por toda la geografía española y constituyen hoy uno de los principales símbolos de la represión política y social.

Fosas en la retaguardia republicana

Desde los primeros meses de la contienda, la violencia se extendió en la zona controlada por el Frente Popular. Grupos milicianos y comités revolucionarios practicaron detenciones y ejecuciones extrajudiciales contra personas vinculadas a la Iglesia, a partidos de derechas, a propietarios agrarios o a supuestos “enemigos de la revolución”. Muchos de los asesinados fueron enterrados en fosas comunes improvisadas en las afueras de pueblos y ciudades.

La llamada “violencia roja” produjo decenas de miles de víctimas. Aunque no existe un registro cerrado, se estima que entre 38.000 y 55.000 personas fueron ejecutadas en la retaguardia republicana. Entre ellas se incluyen los miles de religiosos y religiosas asesinados, así como alcaldes, concejales, militares y ciudadanos comunes. Algunos olvidan que las personas asesinadas en Paracuellos del Jarama siguen en una fosa común.

Fosas en la retaguardia sublevada y en la posguerra

En la zona controlada por los sublevados también se produjeron ejecuciones masivas. Durante la guerra, columnas militares, falangistas y fuerzas de orden llevaron a cabo una represión sistemática contra sindicalistas, militantes de partidos de izquierdas y simpatizantes de la República.

La victoria franquista en abril de 1939 abrió un nuevo periodo de represión. Decenas de miles de personas fueron sometidas a consejos de guerra sumarísimos, condenadas y ejecutadas. Según distintos estudios, entre 15.000 y 30.000 personas murieron fusiladas en la inmediata posguerra, muchas de ellas enterradas en cementerios municipales, en fosas individuales o colectivas.

En ciudades como Sevilla, Málaga o Madrid, los cementerios aún conservan enterramientos procedentes de las ejecuciones de aquellos años.

Balance histórico

El mapa de fosas elaborado por el Ministerio de Justicia recoge actualmente más de 2.500 fosas comunes en toda España. La mayoría corresponden a la represión franquista, en parte porque la posguerra se prolongó durante décadas y generó un número mayor de víctimas. Sin embargo, también existen fosas derivadas de la represión republicana, muchas de ellas localizadas en zonas rurales donde se produjeron los primeros estallidos de violencia en 1936.

La investigación histórica ha demostrado que ambos bandos practicaron detenciones arbitrarias, ejecuciones sin garantías y enterramientos colectivos. Las cifras varían según las fuentes, pero los historiadores coinciden en que el fenómeno de las fosas comunes no fue exclusivo de una zona, sino una consecuencia compartida de la brutalidad del conflicto.

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