Guerra Civil en Salamanca

El inicio de la Guerra Civil en Salamanca

En los meses anteriores al golpe militar de julio de 1936, Salamanca era una ciudad profundamente conservadora y clerical. La Universidad, el peso de la Iglesia y la presencia de una burguesía agraria y tradicionalista marcaron la vida política. En las elecciones de febrero de 1936, el Frente Popular apenas logró representación en la provincia, que se inclinó mayoritariamente por los partidos de derecha.

El gobernador civil en ese momento era José Andrés Manso, nombrado por el Gobierno de la República. Aunque intentó mantener la legalidad republicana, sus fuerzas eran limitadas frente a un ejército y una Guardia Civil mayoritariamente comprometidos con la conspiración.

El estallido del golpe en Salamanca

El 18 de julio, la sublevación triunfaba en Marruecos y en varias capitales de la península. En Salamanca, la rebelión se activó al día siguiente, 19 de julio de 1936.

El protagonismo correspondió al coronel Julián Sánchez Arjona, jefe del Regimiento de Infantería “Ciudad Rodrigo” nº 4, acuartelado en la ciudad. Junto a él, la Guardia Civil, bajo el mando del teniente coronel Vicente Cebollino, se unió de inmediato al golpe.

Ese mismo día, los militares tomaron el Gobierno Civil. El gobernador José Andrés Manso fue detenido junto con sus colaboradores. Algunos de ellos serían fusilados poco después. El Ayuntamiento de Salamanca, donde había concejales del Frente Popular, también quedó bajo control militar.

La rápida victoria y la represión

La sublevación triunfó sin apenas resistencia armada en la capital. La represión, sin embargo, fue inmediata y muy dura:

  • Se produjeron detenciones masivas de dirigentes socialistas, comunistas y sindicalistas.
  • Entre los primeros ejecutados se encontró el alcalde socialista de Salamanca, Casto Prieto Carrasco, y otros concejales republicanos.
  • A lo largo de las semanas siguientes, las ejecuciones y paseos se extendieron por numerosos pueblos de la provincia.

Salamanca, centro de la sublevación

Pocos meses después, en septiembre de 1936, Francisco Franco trasladó a Salamanca su Cuartel General, instalado en el Palacio Episcopal. Desde allí coordinó la estrategia militar del bando sublevado y recibió a representantes extranjeros, consolidando su liderazgo.

En Salamanca también se estableció la Oficina de Prensa y Propaganda, dirigida por Millán Astray, que controló los mensajes ideológicos y propagandísticos. La ciudad pasó así a convertirse en la capital política y simbólica del franquismo durante la primera fase de la guerra.

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