El general José Romerales Quintero (1866-1937) ocupa un lugar destacado en los primeros compases de la Guerra Civil Española, no por haberse sumado al alzamiento, sino precisamente por haber intentado mantener la disciplina y la fidelidad a la República en el que fue el primer escenario de la insurrección: Melilla.
Carrera militar previa
Natural de Madrid, Romerales ingresó en el Ejército a finales del siglo XIX, desarrollando una notable carrera militar desde su ingreso en la Academia de Infantería. Participó en la Guerra de Cuba y en las campañas de Marruecos, donde sus méritos le valieron el ascenso a coronel y diversas condecoraciones. Su reputación era la de un militar honorable y competente, respetado por sus subordinados y superiores. Ascendió a General de Brigada y, al momento del estallido de la guerra, se encontraba al mando de la Comandancia General de la Circunscripción de Melilla, una posición de vital importancia en el Protectorado de Marruecos.
Durante la primavera de 1936, tras la victoria del Frente Popular, la oficialidad africanista conspiró de manera abierta contra el Gobierno republicano. Generales como Mola y Franco, y jefes africanistas como Yagüe o Varela, habían comenzado a articular la sublevación.
Romerales era consciente de la tensión, de la agitación en los cuarteles y de los rumores conspirativos. No obstante, permaneció fiel a la cadena de mando republicana. De hecho, estaba en contacto con la autoridad civil, el Alto Comisario del Protectorado, Álvarez-Buylla, con quien coincidía en la necesidad de garantizar la lealtad al Gobierno legítimo.

El general Romerales aparece a la izquierda de su pantalla. Foto tomada en la celebración del 14 de Abril de 1934 en la Plaza de España de Melilla. Fuente Melilla Izquierda
El 17 de julio de 1936 en Melilla
La tarde del 17 de julio, la sublevación comenzó en Melilla, adelantándose unas horas al resto de la península. Los conspiradores, dirigidos en la ciudad por el coronel Juan Seguí y apoyados por oficiales de Regulares y de la Legión, iniciaron el golpe.
El general Romerales trató de imponer la obediencia a las órdenes del Gobierno y convocó a los oficiales para sofocar el movimiento. Sin embargo, la realidad era que la mayoría de los mandos ya estaban comprometidos con la conspiración. Pronto quedó aislado.
Esa misma noche fue desarmado y detenido en su propio despacho. Con su arresto, la resistencia republicana en el Protectorado quedó neutralizada de inmediato. En apenas unas horas, Melilla, Ceuta y Tetuán estaban en manos de los sublevados.
Juicio y fusilamiento
Fue arrestado casi de inmediato por los militares rebeldes y sometido a un consejo de guerra sumarísimo en el que se le acusó de «traición» por no unirse al golpe.
El 26 de agosto de 1936 tuvo lugar el consejo de guerra contra el general Manuel Romerales, presidido por el general Manuel de la Gándara y Sierra. Se le imputaron diversas actuaciones en su etapa al frente de la Comandancia de Melilla: el cierre del casino militar —decisión adoptada para prevenir choques entre oficiales y miembros de las Juventudes Socialistas Unificadas—, haber mostrado simpatía hacia el manifiesto del Frente Popular durante el Primero de Mayo, y supuestamente haber seguido las directrices de dicho bloque político.
El fiscal lo acusó de rebelión militar y traición, solicitando la pena de muerte. Cuando se le concedió la palabra, Romerales rechazó tajantemente haber cometido traición alguna y cuestionó al tribunal tanto en el procedimiento como en el fondo de las acusaciones.
La sentencia fue condenatoria: pena capital. Pocos días después, el general Romerales fue ejecutado el 28 o el 29 de agosto en el campo de tiro del Fuerte de Rostrogordo, en Melilla a pesar de los ruegos de su familia. Se convirtió en una de las primeras víctimas de la represión franquista entre las altas esferas del ejército.
El general Manuel Romerales Quintero fue enterrado en Melilla, en el nichо n.º 29, fila 3ª, dentro de la Galería del Carmen del cementerio de La Purísima Concepción. En su lápida aparece inscrita la frase: “Por su fidelidad a la democracia.”