En julio de 1936, Segovia contaba con poco más de 20.000 habitantes. Su importancia estratégica no se debía a su tamaño, sino a la presencia de la Academia de Artillería, la institución más prestigiosa de España en su especialidad, dirigida entonces por el general Pedro Gómez-Campo. La guarnición militar, junto a la Guardia Civil, iba a resultar decisiva desde las primeras horas de la sublevación.
La polarización política también se sentía en la ciudad: la derecha estaba organizada en torno a la CEDA, los tradicionalistas carlistas —muy influyentes en la provincia— y la Falange Española de las JONS, cuyo jefe local era Rafael de Rivera. En el otro extremo, los republicanos y socialistas contaban con el Casino Republicano como punto de reunión, con figuras como Antonio Aparicio Herrero en el socialismo local.
El 18 de julio: noticias desde Marruecos
El gobernador civil de Segovia, Luciano Valderas García, recibió la noticia de la sublevación en Marruecos el 18 de julio de 1936. Intentó organizar la resistencia republicana, pero pronto comprobó que la guarnición segoviana estaba alineada con el golpe.
El general Gómez-Campo y la oficialidad de la Academia de Artillería se sumaron de inmediato a los sublevados, poniendo bajo control los arsenales y efectivos militares. El jefe de la Guardia Civil en la provincia, teniente coronel Fernando Sagrado, también se unió al alzamiento, cerrando cualquier posibilidad de una resistencia organizada.
La rápida caída de la ciudad
El 19 de julio, Segovia estaba ya en poder de los rebeldes. El gobernador civil Valderas fue arrestado y conducido a prisión. Los intentos de resistencia de sindicalistas y republicanos, especialmente en torno al Casino Republicano, fueron fácilmente neutralizados. Entre los dirigentes locales que intentaron sostener el orden constitucional se encontraban Valentín Martín, militante socialista, y Fermín Álvarez, de la Casa del Pueblo, que fueron detenidos en las primeras horas.
Una junta militar de mando, encabezada por oficiales de la Academia y apoyada por falangistas locales, asumió la dirección de la provincia en nombre de los sublevados.
La represión en la provincia
La victoria fulgurante no evitó la represión. En las semanas siguientes:
- Fueron fusilados dirigentes republicanos como Antonio Aparicio Herrero y Valentín Martín.
- La Falange y el Requeté carlista participaron activamente en la represión, bajo el liderazgo de Rafael de Rivera y de Ramón de la Cuesta, jefe provincial carlista.
Consecuencias estratégicas
El control de Segovia permitió a los sublevados asegurar una posición clave entre Valladolid y Madrid. Desde la capital segoviana se organizaron las primeras columnas que avanzaron hacia la Sierra de Guadarrama, con combates en Navacerrada, La Granja y Somosierra durante el verano de 1936.
Además, la adhesión inmediata de la Academia de Artillería no solo dio prestigio al golpe, sino que convirtió a Segovia en un centro logístico y de retaguardia de enorme importancia para el ejército franquista durante toda la contienda.